Hace un cuarto de siglo la actriz Liliana Rizzo dejó las bambalinas de Buenos Aires acompañando a su esposo, el actor Marcelo Calier (fallecido), en un proyecto teatral para Eldorado. Al principio las cosas no salieron como les habían prometido, pero tras sortear grandes dificultades, hoy disfruta del reconocimiento como directora y docente de teatro.

Jueves 7 de julio de 2022. “Cuando el amor es más fuerte”. Hace un poco más de un cuarto de siglo y en todo su esplendor, la directora de Teatro Liliana Rizzo dejó su vida actoral en Buenos Aires para instalarse en Eldorado. “Hacia 1998 debía decidir: la familia o las carteleras y bambalinas de la querida ciudad de Buenos Aires y resolví dejar todo y acompañar a mi marido y actor Marcelo Calier en su proyecto en Misiones”.
A más de 25 años de esa decisión Liliana Rizzo no se arrepiente, más allá de las dificultades que tuvo que sortear, como ser la falta de trabajo y la mentira de gobernantes de aquellos años que le llevó a siquiera no tener para comer. Hoy, gracias al tesón, el trabajo, constancia, disfruta del merecido reconocimiento.
Desde los 14 años, Liliana Rizzo sabía que quería estar arriba de los escenarios cuando llegó a la escuela Santa Rosa del barrio de Caballito, donde estudiaba, una profesora que vino a poner en escena una obra teatral con la que buscaban juntar fondos. “A mí me dieron el papel de una muñeca, pero como me fascinaba la actuación me aprendí todos los papeles de mis compañeras” y después juega el destino: para la segunda función, la protagonista principal se enfermó y como Liliana conocía todos los diálogos, le proponen el papel de su compañera enferma. “Por supuesto que le contesté que sí. Al día siguiente debuté y así nació mi vocación actoral. Desde que me subí al escenario de la Escuela sabía que no me bajaría más”, recuerda.
Esa decisión implicó también enfrentar a su padre que deseaba que siga una carrera universitaria o se reciba de docente. “En cierta forma cumplí con mi padre porque soy docente”.
Liliana Rizzo se formó, entre otros, con el director Agustín (Andrés Oscar) Alezzo. “La prueba fue un monólogo de no más de una carilla que podía ser de un autor o escrita por nosotros; se me ocurrió contar la experiencia que tuve en la Escuela y logré ingresar entre 200 postulantes”.
Como toda profesión sus comienzos fueron difíciles. Primero la televisión y luego el teatro. “En 1975 ingresó a trabajar en Canal 11 para actuar en el programa La casa, el teatro y usted”.
Hasta mediados de la década del 80 hizo apariciones en televisión y después se volcó de lleno al teatro y comenzó a escribir. Se especializó en teatro para niños, con comedias musicales, cuando la convocaron para hacer la vida de Violeta Parra con la dirección de Santiago Doria.

A Eldorado, sin regreso

Liliana Rizzo.

Un día, por decisión propia, se apagaron las luces de la gran ciudad y se encendieron las de Eldorado, en el norte de Misiones. “Yo estaba casada con el actor Marcelo Calier, que en 1996 comienza con los encuentros de Teatro del Mercosur; llego como invitada a dictar talleres de teatro a través de la Secretaría de Cultura de la Nación y en 1998 me mudo definitivamente a Eldorado. Por la familia dejé Buenos Aires y vine a Eldorado; me pareció que era muy egoísta de mi parte no acompañar a mi marido, a quien le hacían un contrato laboral importante; además, mi hija que había estado en esta ciudad y se había quedado enamorada”.
Liliana sabía que dejar Buenos Aires significaba matar a la actriz. Aún así, priorizó la familia. “El panorama laboral que me plantearon en su momento hacía que yo deje Buenos Aires aunque después, las cosas tuvieron un revés que no esperaba y que hasta nos hizo pasar hambre. No obstante, nunca se me pasó por la cabeza regresar a Buenos Aires. Ser creyente permitió que salgamos adelante. Me encontré en el camino con gente maravillosa”, recuerda.
Liliana, Marcelo y su hija Nadia “la peleamos; tuvimos que remarla desde abajo y hasta enfrentarnos con el poder político de entonces. En 1999 nació la Escuela de Arte Dramático de Eldorado que continúa en la actualidad. Trabajé mucho con chicos y adolescentes y desde hace cuatro años lo hago con adultos”.
“En el ínterin de su funcionamiento se acercó la gente del Instituto Nacional del Teatro que había venido a Eldorado a ver un teatro privado y, a instancias mías, visitaron el Teatro Municipal del Pueblo; lo recorrieron y uno de los representantes me dijo que arme una asociación civil. Lo hice y comenzó a funcionar la Escuela Municipal Misionera de Arte Dramático Eldorado, la primera que nació en Misiones y la única que trabaja en el teatro en la educación con un sistema de enseñanza para niños, que trabajó con docentes para potenciarlos después en lo que es el teatro en el aula”, explica.
Todo se hace a mucho pulmón, con poco presupuesto y gracias a la presentación de obras de autores reconocidos y de la propia Liliana Rizzo. Con el aporte solidario de personas y empresas esta escuela continúa funcionando.

“Nada del amor me produce envidia”

Por estos días, Liliana Rizzo está presentando el unipersonal Nada del amor me produce envidia, de Santiago Lozza, bajo la dirección de Williams Sery y la asistencia de Lucas Fraga. Es un melodrama musical atravesado por la historia argentina que marca un supuesto enfrentamiento entre la actriz Libertad Lamarque y Eva Duarte, la entonces actriz y posterior esposa de Juan Domingo Perón, en el rodaje de una película de 1945.
La obra cuenta que en los años 50, una costurera recibe en su taller a Libertad Lamarque y después a Eva Perón, dos mujeres que la mitología del ambiente sostiene que estaban enfrentadas desde lo político. La historia del cine argentino cuenta que, en un duelo de actrices, Libertad Lamarque le dio un cachetazo a Eva Perón durante la grabación de la película La cabalgata del circo, de Eduardo Boneo y Mario Soffici, estrenada en 1945. A 77 años del episodio, verdad o mito, la anécdota viva pasa, cada tanto, por las tablas de los teatros, como en esta oportunidad.
De todas maneras, en un reportaje de Libertad Lamarque ante la prensa española, en 1992, la actriz desmintió el hecho. «Nunca le di una cachetada a Evita, para nada; sí le llamé la atención por su falta de puntualidad cuando se retrasaba en el comienzo de los ensayos, lo que al resto del elenco y a mí nos hacía perder mucho tiempo». Al año siguiente de la película, Evita se convirtió en la mujer poderosa que hasta hoy mantiene esa popularidad.

AFS – Misiones Plural