“La patente es un mecanismo técnico legal que da al titular de esa patente una protección jurídica para la explotación económica. Eso es solamente la protección. Lo importante de la patente es cuando tiene un uso efectivo. Eso se puede dar porque el propio titular de la patente está haciendo uso de esas técnicas o porque la licencia, la cede” explica el investigador del Ciecti, el posadeño Fabián Britto en Plural TV.

Miércoles 3 de agosto de 2022. El posadeño Fabián Britto es licenciado en Economía y Magíster en Gestión de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación. Trabaja como investigador del Centro Interdisciplinario de Estudios en Ciencia, Tecnología e Innovación (Ciecti) y también como docente investigador de la Universidad Nacional de Quilmes.
Britto participó de manera protagónica en la investigación que determinó quiénes son los dueños de las patentes que resultan de las investigaciones en la Argentina, “para saber qué ocurre con la titularidad del conocimiento que se está desarrollando” en el país ya que existe la doble titularidad: “por un lado, quiénes crearon ese conocimiento, los autores, pero por otro lado, quién tiene el derecho económico sobre esa propiedad”, explicó, para concluir que el 52 por ciento de los investigadores e investigadoras de la Argentina “cumplen con la Ley de Patentes, que establece que el que paga el sueldo -el empleador del equipo de investigación- debe tener la titularidad de la patente”.
Con esos datos, la conclusión también indica que cerca de la mitad incumple con la normativa, donde “el financiamiento es nuestro y la titularidad es ajena. Las patentes son ajenas porque un 22,9 por ciento de las patentes que se desarrollaron con equipos de investigación, quizás no completamente, pero sí donde un porcentaje importante de investigadores e investigadoras eran financiados por el sector público argentino, tenían como titulares a empresas extranjeras”.
Esa situación, dijo, se circunscribe en lo que se conoce como explotación cognitiva: “cómo ciertos desarrollos en Argentina y América Latina son apropiados por empresas extranjeras para continuar mejorando en sus niveles de competitividad”.
Fabián Britto destaca también la importancia de las políticas públicas que propician el desarrollo del conocimiento que, finalmente, se volcarán a más políticas públicas que buscan mejorar las condiciones de vida de la población. En el mundo, esto es un impulso del Estado mientras que en la Argentina surgen –históricamente- ligadas a la inquietud personal del investigador. La búsqueda de la vacuna contra el Covid –ejemplificó- rompió esa dinámica porque el Estado “tuvo una política muy completa orientada a resolver problemas; de hecho, se está desarrollando una vacuna argentina. Y se han desarrollado los test de antígenos”, entre los no más de una docena de países del planeta que pudieron fabricarlo en su momento.

La entrevista con Fabián Britto en Plural TV

-Fabián, de Posadas a Buenos Aires a trabajar como investigador en cuestiones de tecnología e innovación…
-Trabajo sobre aspectos relacionados a la innovación y todo lo que eso conlleva. En ese sentido el eje conductor de todas esas actividades es el conocimiento. Entonces cuando uno habla de ciencia, tecnología, y eso tiene un impacto en la sociedad, hablamos de innovación. Vienen muy entrelazadas esas nociones.

-En la reunión que tuvimos para preparar este programa se dispararon miles de temas que podíamos hablar hoy, pero acotamos a hablar de investigación y patentes, a partir de un trabajo que se realizó hace muy poco en Argentina…
-Es un trabajo que fue publicado hace poco en una revista bastante prestigiosa; es un trabajo muy innovador en cuanto a la metodología. Nosotros cruzamos distintos grupos de trabajo de la academia argentina con la base de patentes que tiene la Ompi -la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual-, para poder analizar qué ocurre con la titularidad del conocimiento que se está desarrollando en la Argentina, o quiénes son los dueños de las patentes. Porque, como todo derecho de propiedad intelectual, las patentes tienen una doble titularidad: por un lado, se conoce la autoría, quiénes crearon ese conocimiento, quiénes son los autores, pero, por otro lado, quién tiene el derecho económico sobre esa propiedad. A quien lo creó le das el derecho moral, pero existe también la titularidad respecto de quién puede licenciar, vender o hacer uso de esa tecnología.

-¿Ese estudio tuvo impacto?
-Tuvo bastante impacto. Esto surge a partir de distintas líneas de trabajo que estamos llevando adelante para comprender cómo funciona el sistema e intentar aportar al sistema público de ciencia, tecnología e innovación desde las políticas públicas. El Ciecti intenta servir de asistencia para mejorar las políticas públicas. Especialmente para lo que se denomina como apropiación del conocimiento. O sea, lo que intentamos es que el conocimiento generado en la ciencia argentina pueda ser utilizado por la sociedad, entiéndase en términos lo más altos posibles, como empresas, sector público, hospitales, cooperativas, ONG. El conocimiento es ampliamente aplicable a infinidad de cuestiones que pueden mejorar la vida de la sociedad. Dentro de esto se hizo un trabajo de ciencia de datos, que demandó mucho tiempo, para poder cruzar las titularidades, los nombres de los investigadores argentinos con quienes eran los titulares de estas patentes. Ahí nos enteramos de un resultado bastante particular. Entre paréntesis, una cosa puntual, es que este fue un estudio sumamente innovador porque nunca se hizo a nivel mundial, ya que muchas veces esta no es una cuestión relevante en los países desarrollados. La innovación en términos de las empresas tiene su dinámica propia. Y en los países subdesarrollados, no se realizó porque el trabajo de construcción de algoritmos para poder depurar la lista es sumamente complejo. Es un trabajo que nos demandó bastante tiempo donde teníamos un investigador “Carlos Pérez”, siendo que en Latinoamérica pueden haber un montón de Carlos Pérez. Entonces hubo que hacer un proceso de depuración muy importante para llegar a esos resultados.

-¿Por qué surge esto? ¿Cuál es el interés de ver quiénes son los dueños comerciales y quiénes llevaron adelante la investigación?
-Por un lado, porque en mi caso en particular trabajo mucho con la vinculación y transferencia tecnológica, y si se quiere, el objetivo de estos trabajos apunta a lograr una apropiación del conocimiento. En el sentido de lo que tiene que ver con las patentes hay una cuestión muy importante que es que la patente se utiliza cuando se licencia. Entonces el que tiene el derecho económico, más allá del derecho moral, es aquella institución o persona que puede hacer uso de esa tecnología, puede adquirir una patente para dejarla en un cajón y que no se use, o tiene la potestad de licenciar a una o más instituciones, empresas, personas o quien quiera. Dentro de esto, el tema era qué estamos generando desde la ciencia argentina y cuál es el impacto que tiene a nivel global. Convengamos que al hablar de una patente nos referimos a una novedad técnica a nivel mundial. Es algo que no existe y por eso logra ser patentado.

-¿Estamos hablando de ciencia y tecnología?
-Las patentes son más tecnológicas, uno puede definir los estamentos de ciencia básica, aplicada y desarrollo tecnológico. Las patentes siempre llegan en ese último escalón. No es innovación porque no ha llegado al mercado. Ahora, lo que tiene la patente es que es un producto que da una solución técnica a algo que ya existe. Por eso es una novedad, y debe ser una novedad a nivel mundial. La patente, además, debe tener una actividad inventiva y una aplicación industrial como para que efectivamente pueda ser patentable. Después hay muchas otras actividades que entran dentro del grupo de derechos de propiedad intelectual pero que no son patentables. Por ejemplo el software. En ese sentido, en este trabajo se descubre que el 52 por ciento de los investigadores e investigadoras de la Argentina cumplen con la Ley de Patentes. Que establece que el que paga el sueldo, es decir, el empleador del equipo de investigación, debe tener la titularidad de la patente. Más allá de que un porcentaje pueda ser dado a los investigadores o al equipo que participa.

-¡Yo financio. Yo soy el dueño!
-Exactamente. Eso se establece en el artículo 10 de la ley. Nosotros encontramos que casi la mitad está incumpliendo esta normativa. Puntualmente nos enfocamos en que el financiamiento es nuestro y la titularidad es ajena. Las patentes son ajenas porque un 22,9 por ciento de las patentes que se desarrollaron con equipos de investigación, quizás no completamente, pero sí donde un porcentaje importante de investigadores e investigadoras eran financiados por el sector público argentino, tenían como titulares a empresas extranjeras. Eso es algo que nos llamó mucho la atención. Porque viene de un desarrollo mucho más amplio que está vinculado a lo que se llama explotación cognitiva. Cómo ciertos desarrollos en Argentina y América Latina son apropiados por empresas extranjeras para continuar mejorando en sus niveles de competitividad.

-¿Cómo ocurre eso?
-Ocurre por varias cuestiones. Uno de los temas importantes acá es que la ciencia argentina en muchos sectores, en muchas actividades tiene un nivel muy importante. Nos encontramos en distintas ramas trabajando en lo que se llama frontera del conocimiento. Por eso nuestros equipos de investigación trabajan en muchos casos a la par de equipos europeos, norteamericanos o japoneses. Y dentro de ese lugar existe el problema de que en muchas ocasiones las empresas del país no tienen la capacidad de trabajar con esas tecnologías. Hay una diferencia de maching importante entre lo que se está generando de conocimiento en la ciencia y lo que requiere la industria. Esa diferencia de maching hace que en muchos casos ese conocimiento no pueda ser apropiado por la sociedad argentina y sí por entidades extranjeras.

-¿Cuánto impacta el desarrollo de estas patentes con el desarrollo del país o de la región?
-La patente es un mecanismo técnico legal que da al titular de esa patente una protección jurídica para la explotación económica. Eso es solamente la protección. Lo importante de la patente es cuando tiene un uso efectivo. Eso se puede dar porque el propio titular de la patente está haciendo uso de esas técnicas o porque la licencia.

-¿Licenciar es ceder la patente?
-Claro, si un equipo de investigación desarrolla algo tiene la protección para que nadie se lo pueda copiar. Esa es la protección legal que se le da. Después le puede dar una licencia a una empresa para que explote ese conocimiento. Una nueva forma de producir, o a partir de materiales nuevos desarrollar nuevos productos. Ahora, sin esa licencia, sin ese uso del conocimiento, la patente por sí misma no genera un impacto económico ni un beneficio social. Ahí hay una diferencia grande. En los últimos quince años, en Argentina y en América Latina, se ha tomado al indicador de patentes como algo sumamente relevante, y la verdad es que hay muchas otras actividades que son tanto o más importantes para ganar competitividad y para generar un impacto económico y social en el conjunto de la población.

-¿Por ejemplo?
-Todo lo que tiene que ver con vinculación y transferencia tecnológica. La patente es una novedad mundial, es algo que no existe en el mundo, que ninguna empresa está utilizando.

-Por ejemplo la vacuna contra el Covid.
-Así es, es algo que no existía. Se han desarrollado varias vacunas contra el Covid. Porque si bien el objetivo que se busca es el mismo, la forma en que se llega a ese objetivo es distinta, por eso existen distintas vacunas contra el Covid. En el caso de muchos sectores industriales de Argentina las empresas están utilizando tecnologías algo retrasadas. Dependiendo del sector, de la compañía, esa brecha tecnológica puede ser mayor o menor. En ese sentido no es necesario trabajar con patentes para mejorar la competitividad de una compañía. Con la propia asistencia, con el trabajo colaborativo que puede haber con un centro de investigación, con una universidad o centros del Conicet, una empresa puede mejorar muchísimo la competitividad de la industria, sin necesidad de llegar a trabajar con un sistema de patentes.

-¿Con esos aportes?
-Con la vinculación y el trabajo colaborativo. Hay muchas actividades en donde uno puede mejorar un proceso de una empresa para reducir el desperdicio, reducir los desechos o mejorar la calidad de los productos, o cambiar parte de la producción que tenía muchos errores o mucho consumo, y que eso permite mejorar la productividad de manera importante. Sin la necesidad de generar algo totalmente innovador, como es un hecho patentable.

-¿Cuál es la relación que hay entre investigación, estas patentes, y el desarrollo de políticas públicas?
-Voy a arrancar con las políticas públicas porque me parecen sumamente relevantes. Porque son fundamentales para poder desarrollar conocimiento que sea aplicable, necesario para mejorar las condiciones de vida de la población. Y eso en términos de competitividad empresarial como en términos de beneficios sociales. Dentro de este punto, en todos los países del mundo, incluso los desarrollados, tienen una política activa y muy fuerte para desarrollar tecnología. En el caso de Argentina, históricamente ha tenido una política derivada por la curiosidad del investigador, pero ahora con el Covid, el Estado ha tenido una política muy completa orientada a resolver problemas. Lo que se ha visto en redundar productos y servicios concretos que han beneficiado a la población. De hecho, ahora se está desarrollando una vacuna argentina. Y se han desarrollado los test de antígenos, éramos uno de los doce o trece países en el mundo que lo habían podido fabricar en su momento.