“La discapacidad de las personas suele estar más signada por la falta de apoyos que por las deficiencias en sí, es por eso que las prestaciones de salud, que brindan esos apoyos, son fundamentales para que la persona con discapacidad pueda realizar su vida”, explica el psicólogo Nicolás Andorno en Plural TV.

Martes 13 de septiembre de 2022. Las posibilidades de que una persona con discapacidad pueda circular socialmente, su bienestar subjetivo, su independencia, su productividad, dependen en gran medida de las situaciones de apoyo y las prestaciones de salud que perciba. Los anteojos que una persona con astigmatismo usa para poder ver correctamente por la noche son un ejemplo de un sistema de apoyo que impide que esa persona sufra una discapacidad y sólo padezca una deficiencia física. Los sistemas de apoyo son recursos materiales o humanos que hacen que una deficiencia no se transforme en una discapacidad, o disminuyen el impacto que la discapacidad tiene en la vida de una persona, explicó el licenciado en Psicología, Nicolás Andorno, en Plural TV.
Estas deficiencias pueden ser físicas -como el astigmatismo-, mentales o sociales. Las mentales refieren a fallas en la atención, en la concentración, en el razonamiento. Las deficiencias sociales son problemáticas como la violencia, la marginalidad, el abandono, los embarazos no deseados, la falta de acceso a derechos civiles, la falta de acceso a la salud, a la educación. “Constituyen deficiencias que si bien no están visibilizadas, muchas veces terminan siendo más discapacitantes que las deficiencias físicas”, dijo, al explayarse sobre discapacidad, en su columna del programa periodístico Plural TV, que Canal 4 Posadas emite en vivo los lunes de 19 a 20.
En ese contexto, explicó que el papel de los sistemas de apoyo es fundamental en los casos donde hay deficiencias y discapacidad, ya que permiten el acceso a espacios y bienes comunes. “Atentar contra las posibilidades de servicio que tienen las personas con discapacidad, claramente deja a este sector en una situación de locura. De loco en relación a la locación, sin poder circular, sin tener un lugar y cabida en lo social. Esto depende muchas veces de las situaciones de apoyo y las prestaciones que tiene”, dijo.

Movilizaciones en todo el país
Desde hace más de una semana, los profesionales que brindan prestaciones de salud para personas con discapacidad se movilizan en Misiones y en todo el país, para reclamar por una readecuación en sus honorarios y para que no prospere el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que prepara el Gobierno y que significaría, aseguran, una reducción en el Presupuesto Nacional para estas prestaciones.
Desde la Superintendencia de Salud de Misiones aseguraron a los profesionales del sector que se movilizaron que “este proyecto de decreto de necesidad y urgencia no tendrá viabilidad” e informó que actualizarán los honorarios para las prestaciones, comentó Andorno.

La exposición de Nicolás Andorno en Plural TV

-¿Con qué tema abordás la columna de hoy, Nicolás?
-Hoy vamos a hablar sobre discapacidad. La agenda vienen relacionada con la visibilización de las problemáticas y situaciones que se están viviendo en el sector de la discapacidad, que tienen muchísimo que ver con la salud mental. En principio, prestadores de servicio, asociaciones de profesionales y también familiares de personas con discapacidad, se movilizan en reclamo y en rechazo a cierto proyecto de un Decreto de Necesidad y Urgencia que implicaba el recorte de las prestaciones, y también la precarización de los prestadores de salud. Sobre todo, en lo ligado a los retrasos en los pagos, a la falta de actualización de los presupuestos, al mal pago. Esta precarización de los prestadores de salud atenta contra la calidad y la continuidad de las prestaciones de salud. Prestaciones que garantizan el acceso a derechos y las posibilidades de circulación social de las personas con discapacidad. Atentar contra estas posibilidades de servicio que tienen las personas con discapacidad, claramente deja a este sector en una situación de locura. De loco en relación a la locación, sin poder circular, sin tener un lugar y cabida en lo social. Esto depende muchas veces de las situaciones de apoyo y las prestaciones que tiene. Los profesionales del sector se autoconvocaron en la plaza 9 de Julio de Posadas para exponer la situación. El martes 30 de agosto por la mañana se convocaron en El Mástil (de las avenidas Mitre y Uruguay de Posadas) y se movilizaron hasta la Dirección de Superintendencia de Salud, donde reclamaron y presentaron el petitorio firmado que planteó temas que me parece importante destacar: el pago a término de las prestaciones de salud, lo que también implica la regularización de las prestaciones adeudadas desde marzo y abril de este año y no solo por consultas profesionales sino del sistemas de apoyo como acompañantes terapéuticos; el pago de subsidios en transporte, etcétera, etcétera. También se habló de la actualización de los honorarios de las prestaciones: que se eleven un 60 por ciento ya que desde el año pasado no se incrementan. La inclusión de acompañantes terapéuticos en el nomenclador de Superintendencia y el rechazo al proyecto de DNU que implicaba un recorte para estas prestaciones. En la semana de las movilizaciones, hubo una asamblea en la plaza 9 de Julio con una gran convocatoria, con más de 200 personas; lo de Posadas se replicó en Oberá, Apóstoles, Puerto Rico, Eldorado. En Oberá hubo una gran convocatoria, conectados con Posadas, tratando en paralelo diferentes cuestiones como una asamblea que acordó medidas como suspender las prestaciones de salud y realizar acciones, entonces como una convocatoria en la Escuela de Música y movilizaciones hasta la Cámara de Representantes, con la idea de ser escuchados también por nuestros representantes. En Oberá plantearon actividades y talleres ligados al desenvolvimiento profesional de cada uno de los prestadores que forman parte de este movimiento, juntamente con pacientes y familiares. El lunes pasado hubo una asamblea virtual para acordar nuevas medidas y para actualizar las medidas que se fueron tomando. Hubo algunas respuestas por parte del Estado. El jefe de Servicios de Superintendencia se mostró con cierta apertura respecto a estas cuestiones. Y dijo que este proyecto de Necesidad y Urgencia no tendría viabilidad y también habló de la actualización de los honorarios para las prestaciones. La situación en Misiones estuvo bastante movilizada, y me parece que es un área que necesita visibilizarse porque realmente la precarización de los prestadores en salud y discapacidad es muy fuerte y afecta muchísimo. A veces cuesta mucho conseguir prestadores que respondan a la demanda del servicio por la precarización. Y no todas las familias de personas con discapacidad puede pagar de modo particular o abonar un plus. Asimismo, me interesaría plantear algunas cuestiones de base para pensar la discapacidad. También me parece que viene bien, no solo la cuestión de la crónica, sino algunos fundamentos teóricos que nos ayuden a replantearnos de qué hablamos cuando hablamos de discapacidad. Para ello es importante diferenciarla de lo que es la deficiencia. Una cosa es la deficiencia, otra la discapacidad y otra la minusvalía. La deficiencia tiene que ver con la falla o falta de un órgano o función. Quiere decir que, si me falta una pierna, o no la puedo hacer funcionar, en mi caso se puede decir que tengo una deficiencia visual porque tengo astigmatismo. Estas deficiencias pueden ser tanto físicas, como mentales o sociales. Esto es importante destacar, porque muchas veces lo más visible son las deficiencias físicas u orgánicas, cuando también hay deficiencias mentales, relacionadas a fallas en la atención, en la concentración, en el razonamiento. Como déficits atencionales, fallas en lo que tiene que ver con las orientaciones temporoespaciales, pero también hay deficiencias sociales. En estas me gustaría detenerme porque son las que menos se perciben, las que menos se visualizan.

-Estoy tratando de identificar alguna de esas fallas y no lo logro…
-Que te falle un ojo, una pierna; está súper vinculado en el folclore y en la visión de todas las personas. Cuando hablamos de deficiencias sociales nos estamos refiriendo a problemáticas como la violencia, la marginalidad, el abandono, los embarazos no deseados, la falta de acceso a derechos civiles, la falta de acceso a salud, a educación. Constituyen deficiencias que si bien no están visibilizadas, muchas veces terminan siendo más discapacitantes que las deficiencias físicas. Un hecho concreto y muy estudiado es la situación de personas en conflicto con la ley penal, sobre todo los jóvenes. En todas las historias de vida de estas personas se ve la impronta de las deficiencias sociales. Estamos hablando de personas, de jóvenes cuyo cuerpo funciona bien, no tienen ninguna falla, mentalmente también son bastante lúcidos, pueden razonar y diversas cuestiones, pero producto de esas deficiencias sociales no pueden articular como un ser social, o sea, no se pueden constituir como un ser social que articule con lo comunitario. Por un lado están las deficiencias, hablando de faltas o fallas, concretamente. Luego podemos pensar en el concepto de discapacidad, que es un concepto que en principio parecería derivarse de la deficiencia, ya que cuando hablamos de discapacidad nos estamos refiriendo a una situación donde existe una restricción o una limitación en la capacidad para realizar una tarea. Por eso cuando hablamos de discapacidad hablamos de personas con discapacidad, no hablamos de discapacitados. Porque si uno lo piensa lógicamente, no existe ninguna persona, por más deficiencias que tenga, que no pueda hacer nada. Cuando hablamos de un discapacitado, lógicamente nos referimos a una persona que tiene una discapacidad del cien por cien. Lo que no existe en términos reales. Puede existir en términos administrativos, pero no en términos reales. Cuando hablamos de una persona con discapacidad nos referimos a una persona que no puede realizar algunas tareas o algunas acciones. Y uno naturalmente dice: “tiene la discapacidad producto de que le falta algo, producto de la deficiencia”. Pero acá me gustaría introducir un concepto muy importante que es el concepto de sistemas de apoyos, que justamente tiene que ver con recursos materiales o humanos que permiten, que hacen que una deficiencia no se transforme en una discapacidad. Lo voy a poner en un ejemplo muy sencillo. Yo puedo tener una deficiencia visual, en el sentido de que mi astigmatismo hace que los objetos se me vayan de foco a lo lejos. Esta deficiencia implicaría una discapacidad para conducir un vehículo a la noche, o salir a la ruta de noche, durante el día puedo diferenciar bien los obstáculos posibles, pero de noche se me complica. Entonces tengo una discapacidad. Pero no es así, porque tengo un sistema de apoyo que son los anteojos. Y ese sistema de apoyo hace que mi deficiencia no se transforme en una discapacidad. Muchas veces, la discapacidad de las personas está más signada por la falta de apoyos que por las deficiencias en sí. O sea que la cuestión de los apoyos, y acá volvemos a la cuestión de las prestaciones de salud, que son fundamentales para que la persona pueda de alguna manera realizar su vida. Y por último, cuando hablamos de otro término importante que tiene mucho que ver con la deficiencia y la discapacidad, es la minusvalía. La minusvalía, etimológicamente implica que “vale menos”. Es un acto de subestimación absoluta de una persona que tiene una deficiencia, que tiene una discapacidad. La minusvalía implica una apreciación individual y social de que porque la persona tiene una discapacidad no va a poder llegar a ningún lado.

-¿Dónde se aplica el término?
-El término se aplica sobre todo en la idiosincrasia de la gente. Cuando ve una persona en silla de ruedas dice: “pobrecito el discapacitado”. Y acá claramente no estamos utilizando la definición de discapacidad, sino la noción de minusvalía. Cuando pensamos que esa persona no va a llegar muy lejos, hay un montón de cosas que no va a poder hacer porque tiene esa discapacidad. Se lo subestima en el sentido de que se desprecia sus capacidades y se lo discapacita aún más. Porque muchas veces la persona con discapacidad termina estando atravesado por estas nociones de minusvalía. Hablando de sistemas de apoyo es importante destacar los paradigmas. Hay paradigmas ligados al apoyo, y también hay paradigmas ligados al déficit. El paradigma del apoyo se diferencia del paradigma del déficit porque el paradigma del déficit está centrado en la falla, la deficiencia. Lo que le falta, lo que falla, lo que no puede hacer, lo que carece. Entonces cuando hablamos de los paradigmas del déficit, esto de estar enfocado en la falla implica prácticas que con las mejores intenciones terminan estigmatizando mucho más a la persona y concibiéndola en su aspecto más deficitario. En cambio, el paradigma de los apoyos plantea una ayuda para que la persona pueda realizar la vida que quiera hacer y sostenerla en el tiempo. O sea que el paradigma de los apoyos no está centrado en lo que le falla o falta a la persona; no se debate esta cuestión de que puede o no hacer algo, sino que el centro está puesto en la cuestión del interés, en lo que quiere hacer la persona con discapacidad. De esa manera, además de estar centrado en los intereses, esto permite un incremento de su independencia, su productividad, su circulación social y su bienestar subjetivo, y permite el acceso a espacios y bienes comunes.