El presidente del Club Tokio de Posadas cruzó fuertemente a los diputados que cuestionaron los subsidios estatales a los clubes “chetos”. Desde todo el trabajo solidario que realizan directivos y padres en clubes deportivos refutan las apreciaciones que descalifican los aportes del Estado para mantener la esperanza de los jóvenes y contribuir a su formación.
Por Aníbal Velázquez
Un verborrágico diputado de la opo decía que la aprobación de ayuda a los clubes “chetos” atentaba con la prédica de inclusión social del partido de la Renovación. Preso de las letras de la marcha peronista, partido que detesta, tomó como inapelable lo de “combatiendo al capital”, dentro de sus propias limitaciones no se avivó que es una cuestión de métrica lo que impide decir “capital concentrado”. Si entendiera al peronismo se daría cuenta que dentro del pensamiento nacional y popular el capital nacional tiene centrado valor. La inversión y el crecimiento industrial dieron origen a los “cabecitas negras”. Al decir de Zaffaroni, ex juez de la Corte, yo también hubiera mojado los pies en la fuente de plaza de Mayo.
Cuando un político pone la tribuna por delante de los verdaderos valores de la democracia, suceden esas cosas. Le interesa más los títulos que los fondos y los fundamentos. Impostando la voz, el diputado quiso asemejarse a nuestros ancestros arrastrando las sílabas en un sonido burdamente gutural. No le interesa los fundamentos, solo escuchar el sonido de su voz y la risa de sus contratados en la cámara. De lo contrario sabría que el Club Deportivo y Social Tokio aloja durante la semana en sus instalaciones a más de mil chicos de seis a treinta años, además de padres y veteranos, en horarios que van de siete de la mañana a doce de la noche. Alumnos de establecimientos primarios, secundarios, terciarios y universitarios; además de los que participan en las competencias de básquet en todas las categorías. Sabría que los socios son socio familiar y aquél que no pueda pagar la cuota será becado. Sin hablar de los logros deportivos, por todos conocidos, antes de habla pudiera haber preguntado qué actividades deportivas se practican en el Club Tokio y en los otros. Nos hubiera gustado que recorriera nuestras instalaciones, a las que nunca vino, y entendería todo lo que se hace. Que grupos de niños sin hogares alojados en Instituciones públicas y privadas practican en el club gratuitamente. ¿Le interesa el deporte? ¿Entiende la función del deporte?
¿Sabe que en la práctica de básquet aprenden y mucho? Disciplina, entrega, esfuerzo, sacrificio, compañerismo, que “el otro existe”. Que los practicantes terminan siendo buenos alumnos. ¡Qué va a saber! Que el Tokio tiene albergues para estudiantes que practiquen el básquet y quieran estudiar una carrera universitaria en Posadas.
¿Sabe que la participación en un torneo federal o nacional demanda un presupuesto millonario, que no se solventa con el aporte de cientos de socios desinteresados y que la ayuda estatal es fundamental? O es que el verborrágico diputado quiere que eso no suceda. ¿No sabe que el niño y el adolescente necesita el espejo como energía potenciadora de sus capacidades y para eso es importante la Primera? Ellos saben que si entrenan duro podrán estar en el equipo titular y si quieren ser buenos profesionales deberán optimizar sus esfuerzos. Y si no pueden estudiar saben que en cualquier proyecto que encaren podrán tener éxito.
Al susodicho, tal vez sus propias carencias le hacen invisible la integridad de una sociedad donde todos somos parte de todo. Por eso inventa nombres de personas ficticios, a lo Neustad, y nombre de barrios “los lapachitos”, también ficticio. Le invitamos a que recorra los clubes, se interese por sus carencias, que vea cuantas familias dedican sus esfuerzos para sostenerlo. Allí quizá cambie su adjetivación.
Para graficarlo le entrego esta anécdota conmovedora: “Señor, Usted es el presidente Verdad? Yo estoy atrasado en las cuotas, pero mi hijo está muy entusiasmado, en cuanto pueda me iré poniendo al día, porque conseguí trabajo de taxista, téngame paciencia”. Desde ese día la CD becó a la familia, y él con su esposa colabora en toda polleada, locro y evento para juntar fondos para solventar los gastos de las competencias y los viajes de los chicos. Y esta familia es de carne y hueso. Con sus carencias y sus entregas. No personajes ficticios del discurso. Le aconsejo leer “la ofrenda de la viuda” ( Lucas 21)