Las derechas llegan a las elecciones después de haber perdido la batalla cultural. El “cambio” como grito de guerra contra el kirchnerismo prendió sólo en un sector social que, enceguecido por el odio no pudo ni supo entender el alto respaldo de las mayorías a las políticas de inclusión aplicadas desde 2003. La continuidad venció al cambio por el cambio a cualquier costo.
Las derechas se encaminan a perder las elecciones del domingo. No podría ser de otra manera ya que la estrategia de campaña se basó en un mal diagnóstico de la realidad social y económica. Confundidos por su propia propaganda, desplegada intensamente desde los medios monopólicos, se pusieron a trabajar el discurso en función de la inexistente necesidad de cambio. El macrismo se apoderó del concepto al punto de ponerle “Cambiemos” a la alianza electoral que formaron bajo la presión del poder económico. Se propusieron convertir la palabra cambio en un grito de guerra contra el kirchnerismo y sus aliados. Guerra al estilo, a la prepotencia, al autoritarismo en favor del respeto a la república a los jueces, a los empresarios. En el imaginario creado por el mundo Clarín, se construyó la necesidad de cambiar. Inyectar en el ánimo de los argentinos la necesidad del cambio, aunque no supieran a ciencia cierta qué, ni hacia dónde. Los estrategas no tardaron así en elaborar un discurso político que se apoderara del concepto. Y le dieron un sentido que referenció las acciones y mostró al cambio como categoría excluyente de su carta de presentación ante la ciudadanía. “Cambiemos” se cristalizó así en un tanque de guerra para acabar con el régimen.
El diagnóstico daba cuenta de una ciudadanía harta de los gobiernos que en 2003 modificaron el tablero político en la nación y varias provincias como la nuestra.
IMÁGENES POSITIVAS DEL KIRCHNERISMO Y LA RENOVACIÓN: De esta manera, intencionalmente o no, la decisión implicaba una evaluación negativa de los gobiernos. Desde tn y las páginas de Clarín y La Nación, esas gestiones ya estaban desaprobadas. Y sobre esa realidad deseada, escrita, filmada, caricaturizada, actuaron. No se tuvo en cuenta los altos niveles de aprobación con los que terminan mandatos, Cristina Kirchner en la nación, Daniel Sciioli, en la provincia de Buenos Aries, Maurice Closs en Misiones. La mismísima estrategia de las derechas fue llevada entonces a una encerrona cuando pusieron a los ciudadanos en la disyuntiva de aprobar o desaprobar las gestiones con su voto. ¿A quién tiene más posibilidades de votar la persona que aprueba la gestión del gobierno? No precisamente al que propone cambiar, sino a quien perciba como la continuidad de la gestión. Es lo que percibió Durán Barba cuando modificó la retórica de Macri para respaldar todo lo que “se hizo bien”. Tarde. Poco creíble.
Como observa el politicólogo uruguayo Daniel Eskibel “el cerebro del votante es bastante más previsible de lo que parece. Al llegar a un acto electoral se comporta igual que el cerebro del conductor de un vehículo al llegar a un cruce de caminos. ¿Sigo adelante o no lo hago? ¿Continuidad del gobierno o cambio de rumbo? Esta dimensión debe estar presente en toda estrategia de campaña. Y debe ser trabajada en función de los números de aprobación y desaprobación de la gestión. Si el gobierno tiene alta aprobación de su gestión, la estrategia obligada del candidato oficialista es el continuismo. En cambio la estrategia del candidato opositor debería ser construir un eje de campaña diferente al de gobierno versus oposición”. Desde esta perspectiva, le erraron feo. El odio les nubló el entendimiento. Y eso que hubo manifestaciones claras del “subsuelo de la patria”, como decía Scalabrini, de adhesiones contundentes al rumbo de las políticas aplicadas desde 2003, centradas en la disputa de la política como expresión de las mayorías en la toma de decisiones que, los poderes fácticos pretenden arrogarse. Recordemos el bicentenario, los funerales de Néstor, la plaza de los dos Congresos el último 1º de mayo.
LA BATALLA CULTURAL POR EL CAMBIO: La anunciada derrota de las derechas es, en este sentido, cultural. Es tan palpable que llegan a las elecciones hasta con el sentido del cambio en disputa. Esta nota está ilustrada con un spot del radicalismo alfonsinista de la provincia. Cuestionan allí a los ucerreístas que votan a Macri defendiendo un cambio a cualquier precio y rescatan el concepto del cambio “para crecer mejor”.
También Massa le arrebató a Macri la exclusividad. En uno de los logros de la propaganda electoral, sostiene que “El cambio no es la propuesta, la propuesta es el cambio”. Además lo chicaneó: “Macri habla de cambio, cambio, cambio sin definir qué es, parece un arbolito de la calle Florida”. Son ejemplos. Desde el radicalismo alfonsinista y el massismo, dejaron al desnudo la irracionalidad de la apelación al cambio como fin de ciclo que, evidentemente sólo estaba en el mundo Clarín que nunca pudo procesar las tensiones entre el deseo y la realidad. En política: entre sus intereses y la vida de la mayoría de la sociedad. La continuidad venció al cambio en la disyuntiva planteada por las propias derechas. El resultado del domingo no será una sorpresa.
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