La enrarecida nieve mortal que baña toda la historieta de Ostherherld y López se extiende sobre la historia Argentina como una profecía autocumplida. La nieve mata a quien la toque anuncia la historieta. Antes de la mano de golpes de estados, genocidios monstruosos y ahora lleva en sus entrañas el odio, el rencor y la rabia. “Ojala le dé una úlcera” vocifera enfurecido un contagiado. Viva el cáncer otrora.

Por Aníbal Velázquez

La enrarecida nieve mortal que baña toda la historieta de Ostherherld y López se extiende sobre la historia Argentina como una profecía autocumplida. La nieve mata a quien la toque anuncia la historieta. Antes de la mano de golpes de estados, genocidios monstruosos y ahora lleva en sus entrañas el odio, el rencor y la rabia. “Ojala le dé una úlcera” vocifera enfurecido un contagiado. Viva el cáncer otrora.
Ya no será nieve sino “la grieta” la que mata la empatía, la existencia del otro, el respeto al que piensa diferente. Algunos compañeros también se contagiaron. “Me resulta llamativo el énfasis que ponen algunos compañeros en el 40 por ciento que sacó Macri. ¿Qué se creían? ¿Que el inmenso poder mediático y económico se iba a retirar triste a acongojado después del aviso recibido en las PASO?” Escribe el periodista de Página 12, Sergio Sabalza. Están contagiados, digo.
“El odio, expresión de la pulsión de muerte, enfermó la cultura, dividió lo social y condujo a los racismos, la xenofobia y al hombre como lobo del hombre” explica en otra nota, también en página 12, la psciocanalista Nora Merlín. Es la historia del Esternauta. El antídoto que ella sugiere: “Si el síntoma designa la relación de un sujeto con su goce, relación que no hace lazo, el amor es el síntoma que consigue anudar y es capaz de construir lo común con el otro con el que no tengo nada en común. Un amor político”. “Con una fuerte apuesta en los vínculos, la militancia tomó un sesgo colectivo pocas veces visto, con múltiples expresiones y formas estéticas”. Las madres y las abuelas de plaza de mayo son inmunes, no la necesitaron. La militancia también.
Salvo, el personaje de Oesterheld, regresa en el tiempo para decir que ese relato sucederá. En nuestro caso ya sucedió y la máquina del tiempo fueron las urnas que nos introdujeron en una noche de octubre del 2015 a la grieta que inundó la República de fluido contagioso y mortal del odio, el sustrato viscoso de la intolerancia. Fueron nuevamente las urnas las que posibilitaron el regreso en el tiempo para retomar la historia desde el 2015 donde con Alberto, Cristina y Néstor regresa el amor al otro. Las madres y las abuelas de Plaza de Mayo inmunes y nobles iluminan el sendero del amor que vence al odio.
Alberto Fernández desde el recordatorio del advenimiento de la democracia el 30 de octubre, en su 36 aniversario, nos enseña “el respeto a las ideas del otro, y el respeto a la convivencia democrática. Convivir con el otro… (cuando se piensa diferente) con el mayor de los respetos plantarse y debatir”
Ya podemos pensar, así como Salvo que se reencuentra con Martita, su hija y sus amigos, después de cuatro años, al retomar el camino del imperio de la política, que el contagio de la grieta no es invencible, aunque esté sostenido por una ponderosa estructura mediática y judicial, la CIA y el FMI. Como dice el periodista.