El autor de la reflexión narra, en primera persona, la experiencia de vacunar a un familiar contra el Covid19. Si bien es una experiencia personal contada en tono doméstico, no le quita el protagonismo que pretende destacar del personal afectado a la inmunización, en el polideportivo Finito Gehrmann de Posadas, al que definió como impecable.
Por Raúl Puentes
Viernes 26 de febrero de 2021. Llevé a mi vieja a vacunar contra el Covid19 y volví gratamente sorprendido. Pero muy sorprendido.
La atención, dedicación, respuesta, paciencia, actitud, predisposición y simpatía de las chicas -de todas ellas- a cargo de todo el operativo en el polideportivo Finito Gehrmann de Posadas es, sencillamente, espectacular y super expeditiva.
Lamento no haberme fijado bien en el momento, pero me parecen que pertenecen a los ministerios de Salud Pública y de Gobierno.
Nos trataron bien, con amabilidad y con consideración. Pero sobre todo, con mucha atención: no éramos -ni yo ni ninguno de los familiares que acompañamos a nuestros mayores- personas informadas sobre todo el proceso -que resultó sencillo y rápido- y como siempre pasa, hicimos cien veces las mismas preguntas: no perdieron la paciencia ni el encanto para atendernos, empáticas, dispuestas, atentas -como ofrecerle una silla de ruedas a mi vieja cuando observaron que nos acercábamos con dificultad por su andar y ofrecerse, después de vacunada, a llevarla hasta el auto-.
Incluso, al momento de vacunarla, con la mejor onda del mundo, nos ofrecieron que nos acerquemos para tomarles una foto a nuestros viejos, y a alentarlos a ellos, casi al borde de un festejo, por animarse y por recibir la vacuna. Casi casi, como un festejo de gol.
La verdad, nos emocionaron.
De vuelta al auto, mi vieja me comentó su sensación: “hay que agradecerles la atención y la predisposición a esas chicas; fueron muy amables, muy agradables; tan cariñosas…” y se calló, también emocionada.
Vale la pena la mención. Estamos tan acostumbrados al maltrato que cuando sucede lo contrario, nos llama muchísimo la atención. Y me parece que también vale destacar esta actitud. Hermosa y reconfortante actitud de empleados públicos que no olvidaron que son seres humanos atendiendo a otros seres humanos. Encima en pandemia. ¡Ojalá sea contagioso!