El rechazo de las oposiciones a la ley de Presupuesto 2022 fue computado como una derrota del oficialismo y el antiperonismo no disimuló los festejos. Pero si fue una victoria de alguien, fue a lo Pirro. Deja librada las manos a la Casa Rosada que tendrá más discrecionalidad en la asignación de recursos ya que queda habilitado por ley a manejarse por decretos. Quedaron así al desnudo las falacias discursivas del “republicanismo” ya que el voto en contra implica un renunciamiento del Poder Legislativo y los representantes de las provincias a participar en la distribución del gasto público. No es Alberto Fernández el que se queda sin recursos, son los gobernadores que deberán volver a peregrinar a Buenos Aires, ya no a reclamar, sino a pedir.

Domingo 19 de diciembre de 2021. El rechazo de las oposiciones a la ley de Presupuesto nacional 2022 tiene varias lecturas políticas.
Primero: la repercusión en Misiones dejó al desnudo el estrecho margen que tienen los diputados de Juntos por el Cambio para tomar decisiones. Como se advertía en la campaña electoral, en los momentos críticos su doble representación queda diluida por el peso de los mandatos de Buenos Aires que deja en segundo plano las cuestiones específicas de las provincias. El partido, ya sea el PRO, la UCR o los otros satélites de la alianza neoliberal, pesa más que el compromiso con el pueblo que los votó. Este abordaje fue ampliamente cubierto por Misiones Plural que además tuvo una entrevista esclarecedora con el ministro Adolfo Safrán sobre los efectos financieros para Misiones que tendrá el voto negativo de la obediencia debida.

La interpelación desde los extremos
El desenvolvimiento de la sesión que pudo ser seguida en vivo en todo el país pone en evidencia una derrota más profunda que la derrota del oficialismo para sancionar la Ley. Esla derrota de la racionalidad. Si hubo un ganador en Diputados fueron las fuerzas del caos.
De tanto interpelar a la sociedad con consignas vacías y apelando a fantasmas, al miedo y al odio como sentimientos de ruptura de los lazos sociales de fraternidad, las organizaciones neofascistas arrastran a las derechas a los extremos. Vale como metáfora: Milei saca de la cancha a Bullrich. Para no perder su significación en la arena política la presidenta del PRO pierde toda inhibición en el negacionismo y la reivindicación de la intolerancia. Bullrich arrastra al mismo tiempo a todo el PRO hacia el extremo, y a la vez el PRO arrastra al ucerreísmo a posiciones cada vez más desvergonzadamente conservadoras.
A la vez el Frente de Izquierda, con solo cuatro diputados, logró desde el otro extremo, rechazar también el Presupuesto, pero a la vez desnudando el doble discurso de los cambiemitas. Como espectadores privilegiados del espectáculo decadente del debate de la grieta, consideraron que desde JxC “con su habitual hipocresía, buscaron aprovechar la comodidad de ser opositores, cuando son fanáticos del ajuste, al igual que los liberales de Milei y Espert que se opusieron, pidiendo aún más ajuste fiscal”.
Desde esta perspectiva se descubre que los 132 votos negativos no son un “freno al kirchnerismo” sino una decisión irresponsable que niega en sus efectos la cada vez menos convocante consigna de defensa de la república.
Precisamente, los efectos del voto negativo, se registran en una mayor debilidad del funcionamiento de las instituciones republicanas, representativas y federales.
Esa debilidad quedará de manifiesta en las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional y en las relaciones con el mundo que, todavía se rige por una lógica interestatal. Sin continuidad de políticas de Estado el país no puede insertarse coherentemente en la arena internacional. El péndulo argentino manifiesto en los cambios de políticas desde el golpe de 1955, no es responsabilidad ni de Macri ni de Kirchner, pero lo expresan. El rechazo al Presupuesto no constituye una novedad y es parte de la grieta. “Nos debilita como Estado Nación dentro de la Argentina y ante el mundo», tuiteó el ministro Guzmán.
Tendrá costos, pero no los pagará el Gobierno, los paga el pueblo argentino, pero no precisamente el poder enajenado de la partidocracia.

Más poder a la Casa Rosada
La otra lectura de la convergencia por el “No” entre todo el arco de las oposiciones que va desde del Caño a Milei, que arrastraron en su estrategia de caos al PRO, la UCR y los otros satélites de la Alianza, pasa por lo que Irigoyen llamaba “efectividades conducentes”.
El Estado no quedará paralizado. El Presidente, se anunció: “hará uso de la ley 24.156 para prorrogar el Presupuesto vigente, y administrar los recursos de modo que el 2022 sea otro año de recuperación, con más capital público, educación, salud y conocimiento, y que podamos avanzar sobre una senda de progreso duradero»
La falta de Presupuesto así, da más discrecionalidad al Gobierno para administrar los mayores recursos. Se estima que en 2022 el Estado nacional recaudará más que en 2021, no sólo por mayor crecimiento, sino también por mayores ingresos nominales dada la inflación. Es evidente que aunque se amesete el crecimiento, los ingresos per se por la inflación van a crecer y la recaudación va a ser más alta que la de este año. Esos ingresos adicionales que superen lo que está estipulado en el Presupuesto de este año quedarán a disposición de la Casa Rosada y que –vale reiterarlo- esos ingresos no estarán sujetos a pautas presupuestarias, y podrán manejarse a discreción.
El rechazo a la ley deja recursos sin destino que se podrán distribuir legalmente vía DNU.
Ya le sucedió a Cristina Fernández en 2010 con el Presupuesto 2011. Ese año fue reelegida con el 54%
¿Entonces?
¿Qué festejan las oposiciones, incluida la mediática?
Desde esta perspectiva, el rechazo del Presupuesto es una ganancia para el oficialismo y un retroceso en la participación de las provincias en la toma de decisiones. Definitivamente, no es Alberto Fernández el que se queda sin recursos; son los gobernadores que deberán volver a peregrinar a Buenos Aires, ya no a reclamar, sino a pedir.