«La adicción no tiene que ver con lo que se consume sino con un momento de la vida», rescata el psicólogo Nicolás Andorno al hablar de “consumo –como adicción- justamente en una sociedad de consumo”. Advierte que un nuevo abordaje de esta problemática vincula la adicción como padecimiento mental con la constitución subjetiva, por cómo se fue constituyendo el sujeto, según expuso en Plural TV, programa periodístico de Canal 4 Posadas.
Lunes 13 de junio de 2022. «Las adicciones son un modo de no enfrentar problemas, de no decir, que en parte tiene que ver con un momento del sujeto donde no puede hablar, no puede poner en juego lo que le está pasando» y pasa, después, compulsivamente, «a una cuestión descontrolada de un consumo. Pero, así como este consumo descontrolado surge de la propia historia familiar, vincular del adicto, no tiene que ver con lo que consuma, sino que tiene que ver con un momento de su vida», explica el licenciado en Psicología, Nicolás Andorno, en Plural TV.
En su columna del programa periodístico de Canal 4 Posadas, Andorno rescató la disertación del psicólogo especialista, profesor universitario y conferencista Juan Fernández, en Posadas, donde propuso redimensionar la adicción y abordarla desde otra perspectiva: «la importancia de pensar a la adicción no como el consumo de algo, sino como una problemática del sujeto, que remite a la historia y a los modos en que se va constituyendo la subjetividad humana» para pensar a la adicción como una problemática mental, dijo.
En esta columna, Andorno rescató los conceptos del consumo nocivo, las adicciones, enmarcado en una sociedad de consumo. Fernández -explicó Andorno- plantea incluso que el adicto no es el que quiere sino el que puede, a partir de la idea de que todos podemos ser consumidores y elegir qué consumir, «pero desarrollar una adicción es otra historia, porque es compulsivo, sin control, sin querer. El adicto no consume queriendo, disfrutando de lo que consume. El adicto consume con culpa, con sufrimiento, de un modo descontrolado».
La adicción, recordó, es etimológicamente «sin dicción», sin decir, un «no decir: no dice». Y no se trata de un mudo que no dice, sino de una persona que no puede poner en palabras su problemática. Al no poder ponerla en palabras no lo puede pensar, no lo puede masticar, elaborar mentalmente. Y cuando uno no pone en palabras su problemática, es cuando aparece el mecanismo de la adicción, expuso Nicolás Andorno.
«Se vincula la cuestión de la adicción como padecimiento mental con la constitución subjetiva, por cómo se fue constituyendo el sujeto», advierte.
La columna
-Hoy vamos a hablar de adicciones y constitución subjetiva. El tema tiene que ver con la conferencia del psicólogo Juan Fernández, que tiene muchísima trayectoria, que participó de muchos proyectos institucionales, del Estado y en lo privado. Fue el primer presidente y fundador del colegio de psicólogos de la Provincia de Buenos Aires. Fue profesor mío en la Universidad Nacional de la Plata… y generamos un vínculo. Con la colaboración del Ministerio de Adicciones (Ministerio de Prevención de Adicciones y Control de Drogas de la Provincia de Misiones) propusimos traer a Juan Fernández a la provincia. La jornada se llevó a cabo el viernes 27 de mayo con una convocatoria increíble. Hubo más de 250 participantes. Fue en el Hogar de Día, bajo la dirección de Gabriel Prestes. Todos quedaron muy contentos, y también muy conmovidos con las cuestiones que se hablaron. Porque se compartió un enfoque más que interesante para pensar la adicción desde otra perspectiva. El tema fue constitución subjetiva y adicciones. Se hablaron cuestiones muy interesantes. La idea era redimensionar lo que tenía que ver con la importancia de pensar a la adicción no como el consumo de algo, sino como una problemática del sujeto. Este fue un tema central en toda la jornada. La importancia de pensar a la adicción como una problemática del sujeto remite a la historia y a los modos en que se va constituyendo la subjetividad humana. Pensemos a la adicción como una problemática mental. Si la pensamos con una problemática que tiene que ver con el sujeto, claramente, lo que consuma o no, no remite al cuadro de la adicción. Esto quiere decir que vivimos en una sociedad de consumo, todo lo resolvemos con el consumo, los encuentros humanos surgen a partir del consumo, pero resulta que algunos consumos humanos son considerados adicciones. Padecimientos mentales. La idea de pensarlo como una falla en la constitución subjetiva remite a que no hay que confundir a la adicción como problemática mental con aquellas cuestiones a las que uno puede quedar adicto. En un momento Fernández plantea que adicto no es el que quiere, sino el que puede. Porque todos podemos ser consumidores y elegir qué consumir, pero desarrollar una adicción es otra historia, porque esto tiene que ver con el consumo de algo que se hace de modo compulsivo, sin control, sin querer. El adicto no consume queriendo, disfrutando de lo que consume. El adicto consume con culpa, con sufrimiento, de un modo descontrolado. Muchas veces poniendo en juego su vida o su economía. La palabra adicción remite etimológicamente a “no decir”,como lo refiere la palabra “a-dicción: no dice”. Y no se trata de un mudo que no dice, sino de una persona que no puede poner en palabras su problemática. Al no poder ponerla en palabras no lo puede pensar, no lo puede masticar, elaborar mentalmente. Y cuando uno no pone en palabras su problemática, es cuando aparece el mecanismo de la adicción. Como producto de esto que no se puede elaborar y sigue constituyendo o engordando la problemática del individuo, luego se traduce en el consumo compulsivo, descontrolado de algo. Muchas veces se tiende a confundir un consumo abusivo, propio de un cuadro de adicción, con perseguir una sustancia, áreas o actos que generamos los seres humanos. Si pensamos a la adicción como una problemática propia de la persona, como algo que no se puede elaborar mentalmente, o poner en un juego de palabras, que entonces, luego remite a una conducta de consumo compulsivo que lo daña, la cuestión de la adicción cobra otro sentido. Y las cosas que un adicto puede consumir quedan en un segundo plano. Cuando planteamos la cuestión de que la adicción es una problemática de la subjetividad, o sea de la organización mental. Cuando hablamos de subjetividad, en realidad estamos hablando de modos de ser, modos de comunicarse, formas de sentir o de pensar la realidad, formas de pensar la propia sexualidad, pero también formas de vérselas con los consumos. Porque recordemos que vivimos en esa sociedad de consumo. Entonces pensar a la adicción como un tipo de vínculo patológico, trastornado, de la relación que hace el sujeto con la sustancia, en realidad no tiene que ver con la sustancia, o con el juego o la actividad, sino que tiene que ver con la propia historia del adicto. Con cómo se fue constituyendo su propia subjetividad. Acá es donde se vincula la cuestión de la adicción como padecimiento mental con la constitución subjetiva.
-¿A qué podemos ser adictos?
-Uno puede ser adicto a cualquier cosa. En el sentido de que la adicción tiene que ver con el modo en que resuelve la problemática. ¿A qué podemos ser adictos? A cualquier cosa que consumimos habitualmente. En un momento de mucha fragilidad humana, de mucha vulnerabilidad, y no contando con otros recursos para resolver a través de palabras, de elaboración mental lo que está sucediendo, es cuando se produce el fenómeno de consumo compulsivo que llamamos adicción. Pero lo que consuma, cuánto consuma, dónde lo compre, si es legal o ilegal, con quién lo consuma, tiene que ver con la punta del Iceberg. No con la base. Es lo más superficial, lo más evidente. Si realmente queremos pensar en una campaña de prevención de las adicciones debemos dejar de pensar en la lucha contra el narcotráfico, y que realmente los agentes de salud no nos veamos como agentes de seguridad en una lucha contra las cosas que se puede ser adicto, sino ver en qué cosas se puede vincular al sujeto con la vida, y a partir de ahí poder enfrentar sus problemáticas de otra manera. Contar con una red de personas, de proyectos que lo conecten con la vida va a ser realmente una prevención de la adicción. Esta subjetividad como un modo de funcionamiento, un modo de ser, de ver la realidad, de vincularse con los demás, o con las cosas que uno consume, es el resultado de una historia. Esto es sumamente importante. No es algo que se traiga genéticamente, sino que es algo que se va constituyendo con la historia del sujeto y con sus experiencias vitales. Sobre todo, vamos a hablar de experiencias atravesadas por los vínculos. El encuentro con los otros no solamente configura nuestra subjetividad, sino también nos moldea. Constantemente, personas nuevas que vamos encontrando en el camino de la vida, o grupos en los que vamos participando van moldeando, no solamente nuestra forma de pensar, sino toda nuestra subjetividad. La forma de pensar es uno de los aspectos. Pero también nos va moldeando, por ejemplo, en cómo relacionarnos o vincularnos con una determinada sustancia o con una determinada actividad. Pensar la adicción en un contexto de un devenir subjetivo, que como es dinámico, a todo esto, la subjetividad se va transformando y moldeando constantemente, porque todo el tiempo nos vamos encontrando con gente nueva, con puntos de vista distintos, con modos de vérselas con las problemáticas cotidianas, de enfrentar problemas distintas, el encuentro con esos otros que van dejando nuevas marcas va moldeando y resignificando mi subjetividad establecida hasta ese momento. La subjetividad no es un proceso cerrado, sino algo en constante producción, en constante devenir de experiencias que nos van transformando. Todas las experiencias, sobre todo las humanas y vinculares, nos van transformando. Entonces, pensar en términos de proceso y de movimientos subjetivos, también nos contextualiza la enfermedad mental. Porque al final, la adicción tiene que ver con una falla en el proceso de constitución subjetiva. En algún momento, esa red social, vincular que nos fue atravesando, esa misma red social, o esas mismas carencias nos fueron desarrollando un modo de vérnosla con nuestros problemas, de una forma determinada. Cuando pensamos a la adicción en estos términos, de una subjetividad, o de un momento de esa subjetividad, que está en constante producción, la podemos contextualizar. Porque en términos de lo dinámico, de un proceso de transformación constante, el que hoy es adicto, puede mañana no serlo. Y lo que hoy no constituye una adicción, en algún momento puede serlo.
-¿Hay adicciones que responden a la coyuntura de los tiempos?
-Así es. Las adicciones son un modo de no enfrentar los problemas, de no decir. Este modo de no enfrentar los problemas, en parte, tiene que ver con un momento del sujeto en el cual no puede hablar, no puede poner en juego lo que le está pasando. Entonces, después, compulsivamente, esto se transforma en una cuestión descontrolada de un consumo. Pero, así como este consumo descontrolado surge de la propia historia familiar, vincular del adicto, no tiene que ver con lo que consuma, sino que tiene que ver con un momento de su vida. El sujeto puede venir consumiendo, supongamos, cocaína, como me pasó con un paciente, que consumía cocaína desde hacía ocho años, pero desde hacía dos años ese consumo terminaba siendo un problema. Y como yo no pertenezco a las fuerzas de seguridad, sino que soy un agente de salud mental, como psicólogo, yo no voy a tratar de lo que consuma, sino de cómo se trastocó el vínculo que estaba haciendo con la sustancia. Así es que Fernández dice: “adicto no es el que quiere, sino el que puede”. ¿Qué quiere decir? El que venga de un proceso de constitución subjetiva fallado que hoy lo deja en este lugar de adicción. Pero que tranquilamente, con la ayuda determinada, con la presencia de gente correcta, eso que es una adicción, también se puede revertir a simplemente un consumo, o directamente, un alejamiento de ese consumo. La clave de pensar esta complejidad ligada al padecimiento mental está en poder salir de ese discurso biomédico de que la adicción tiene que ver con la sustancia psicoactiva. ¿Y cuando nos encontramos con adicción a la tecnología, al trabajo, al juego, al sexo, que no tiene nada que ver con una sustancia psicoactiva, cómo lo explicamos? Si podemos pensar más allá de esos determinismos químicos, biológicos y orgánicos o neurológicos, nos vamos a encontrar con un sujeto que tiene una historia y es el resultado de esa historia. Y el modo en que se relacione con esa sustancia es el resultado, necesariamente de su historia.
