El escándalo del colegio confesional secundario Roque González de Posadas recorrió el país. Ante la denuncia de acoso y de abuso sexual, la institución ofreció respuestas evasivas y sin compromiso. Las estudiantes, entonces, decidieron hablar y manifestarse “porque sintieron que no tenían más opción, porque se sintieron en riesgo. Y las respuestas fueron tan vagas y evasivas, aún con el compromiso que la institución propone desde el punto de vista de los valores, que es realmente preocupante. Les dijeron que ‘son cosas de chicos’. Pero no lo son: la agresión y la violencia nunca son cosas de chicos, son cuestiones de crianza, y en la crianza están involucrados tanto la familia, como la escuela y la iglesia”, analizó Myriam Duarte en su columna de Plural TV, por Canal Cuatro Posadas.

Martes 16 de noviembre de 2021. “Se puede pensar en la responsabilidad de la familia, de la escuela o la iglesia, pero lo ocurrido en el colegio Roque González de Posadas refleja la forma en que el machismo está diseminado en nuestra sociedad y que, en este momento, emerge de esta manera”, explicó Myriam Duarte en su columna de Plural Tv, programa periodístico de Canal Cuatro Posadas.
Los casos de abuso y acoso ocurridos en el colegio Roque González de Posadas se convirtieron en una noticia que recorrió el país. Las alumnas de segundo año realizaron una sentada, exigiendo que se escuchen sus reclamos porque sus compañeros las acosaban sexualmente. Recién después de una protesta masiva, con acompañamiento de otras escuelas y organizaciones de la ciudad, y cuando el tema estalló en los medios de comunicación, hubo un intento de abordar el problema, con todas las reticencias que la iglesia católica y colegios confesionales tratan estos temas: minimizados.
“Las respuestas fueron tan vagas y evasivas, aún con el compromiso que la institución propone desde el punto de vista de los valores, que es realmente preocupante” dijo Duarte. Entiende, en este contexto, que la verdadera razón de lo ocurrido es el machismo diseminado en la sociedad, que emerge en esta forma y rescató la actitud de quienes se animaron a hablar: “saben que hoy tienen más chances de ser escuchadas” aunque en este caso fue la sociedad la que prestó atención. “Si se llegó hasta acá (a esta exposición) es por esa actitud de minimizar. A algunas de las chicas le respondieron que ‘son cosas de chicos’”, dijo.
Duarte celebró la actitud democrática, la protesta en formato de sentada de parte de las estudiantes, “ya que es un ejercicio de derechos que habla de su formación como seres humanos y como ciudadanas”, enfatizó.

La entrevista

-El tema de hoy, la situación en el colegio Roque González de Posadas…
-Es un tema insoslayable cuando trabajamos temáticas referidas a la violencia, pero en particular, mi inquietud mayor no tiene que ver con los chicos. Siempre digo desde mi formación académica, desde dónde me enfoco para trabajar, el enfoque sistémico. Digo que los problemas que notamos hoy no son esos problemas en sí mismos sino problemas emergentes que están en otro lugar. Y son esos problemas los que hay que indagar. Por supuesto que esta situación es grave; estamos hablando de una situación de mucha violencia y agresividad que ocurrió en un colegio secundario con características especiales, que tienen que ver con la pertenencia religiosa. Hay varios aditivos que se suman a la violencia y al machismo.

-¿Cómo lo encuadramos? ¿En machismo, violencia, picardía, travesura?
-No es una picardía, para nada; ni una travesura en absoluto. No lo es a ninguna edad. Pero fundamentalmente cuando las personas estamos en plena etapa de desarrollo, la manera en que delimitamos nuestras acciones, a aquellas que son aceptadas y condenadas a nivel social, que son las que nos pautan los adultos. Entonces, la situación es grave, pero lo más grave es que refleja los entornos de vida de esos chicos. Porque uno puede hacer alusión a la familia, a la escuela o a la iglesia, pero esto refleja la forma en que (el problema) está diseminado en nuestra sociedad y en este momento emerge de esta manera. Además, hay que tener en cuenta que hay otros factores conexos que aparecieron cuando esto se hizo público y que tienen que ver con otras situaciones de violencias ocurridas con otros estudiantes de otros colegios, donde se difunden mensajes donde amenazaban con seguir a los varones del Roque González para agredirlos, y a las chicas para hacer lo mismo que hicieron los otros. Estamos hablando de estudiantes de ese colegio que no pueden ir a la escuela identificados con sus uniformes por miedo a ser agredidos. Esto es gravísimo y la responsabilidad es de la población adulta y de la comunidad educativa.

-La fiscal del caso llegó a pedir custodia para los estudiantes del Roque González en el marco de la Estudiantina.
-Puede ser y me parece correcto. Es una medida de prevención que me parece correcta y necesaria. Porque hay una efervescencia que nos hace preguntarnos cuáles son los factores que hacen que tanta violencia esté contenida y que ante una situación como esta empiecen a emerger también en otros lugares. En particular, una cuestión que me preocupa tiene que ver con cómo nos vamos acostumbrando desde nuestra infancia a convivir con la hipocresía. Estamos acostumbrados a que ciertas normas sociales sean presentadas de alguna manera, pero que si no las cumplimos siempre tenemos un compinche que nos ayuda a zafar. O planteamos normas que están escritas así pero después los propios adultos son los que no las cumplen. Estamos muy acostumbrados a convivir con un nivel de hipocresía social permanente. Sobre todo, en una institución educativa, y más aún en una institución religiosa, es parte de aquellas grandes hipocresías en las que somos aleccionados en nuestro crecimiento como personas. Sabemos que en todos los espacios religiosos, en todas las iglesias, la Católica tiene más años de trayectoria y por eso tiene más historia, pero todas las iglesias y aún las religiones monoteístas tienen prácticas de este tipo, de tener ciertas reglas hacia la sociedad, establecidas como normas, pero que al interior de esa institución no se cumplen. Y una de las cuestiones más paradójicas en este sentido tiene que ver con la cuestión sexual. Porque si bien todas las religiones monoteístas condenan la sexualidad como una cuestión de disfrute porque (sostienen) tiene que ser solo con un fin reproductivo. Por otro lado, sabemos que en todos los grupos religiosos hubo y hay prácticas de abuso sobre las personas y particularmente sobre niños. Esto es algo que no podemos dejar de mirar, ni seguir haciendo de cuenta que esto no pasa, porque las consecuencias son así de graves. Hablamos también de una institución escolar donde había antecedentes y estas cosas ya pasaron. Y cuando las chicas tomaron la decisión de hablar con las autoridades es porque sintieron que no tenían más opción, porque se sintieron en riesgo. Y las respuestas fueron tan vagas y evasivas, aún con el compromiso que la institución propone desde el punto de vista de los valores, que es realmente preocupante.

-Incluso en la conferencia de prensa el sacerdote que dirige la institución puso todo en un contexto de no hacerse cargo, en un contexto de amor, de familia, de “bueno lo vamos a charlar, lo vamos a ver”. Incluso hay una periodista que en un momento levanta la voz cuestionando la respuesta de la institución…
-Yo creo que hay otra cuestión que deben aprender los adultos que dirigen las instituciones, como dice un conocido: debemos reaprender a ser adultos porque los niños de hoy no son más los niños que éramos nosotros, que naturalizamos esos niveles de hipocresía. Los chicos y chicas hoy saben que viven en un mundo distinto y por eso se animaron a hablar. Porque saben que hoy tienen más chances de ser escuchadas que cuando pasó lo mismo y la institución tuvo la misma respuesta antes que la de ahora. Sin embargo, supieron que en este momento sí iban a tener apoyo porque la sociedad es otra. Para los adultos es muy importante aprender a ser adultos, y cuando estamos ante una situación de tanta responsabilidad, lo único que conseguimos con los chicos es demostrar que estamos en una posición de sostener la hipocresía a toda costa. Los chicos lo tienen claro, los adultos también, y sabemos que si se llegó hasta acá es por esa actitud de minimizar. A algunas de las chicas le respondieron que son cosas de chicos. Pero no lo son, la agresión y la violencia nunca son cosas de chicos, son cuestiones de crianza, y en la crianza están involucrados tanto la familia, como la escuela, como la iglesia. Así que estamos hablando de algo muy delicado, donde no hay forma de leerlo que no sea de este lugar, si queremos asumir una responsabilidad como personas adultas. Y es nuestra responsabilidad como adultos reaprender y aprender a comunicarnos entre nosotros por fuera de la hipocresía. Aprender a reconocer que vivimos en una hipocresía enorme que hace mucho daño a nuestros niños y que la única forma de reconstituir ese vínculo de confianza, de respeto de los niños hacia nosotros es rompiendo con esa hipocresía.

-No es solo una cuestión del Roque González. Es una cuestión de este colegio en esta sociedad, en esta ciudad, en este país…
-Hay otro problema que generalmente se asocia a cuando pasan este tipo de cuestiones en estas instituciones. Hay gente que todavía, hoy, sigue confundiendo los roles de aquello que tiene que ver con la fe con los de la práctica religiosa, con una institución humana, conducida por seres humanos que no tiene nada de divino, que fundamentalmente son instituciones políticas como son las iglesias. Y que tienen sus organizaciones con sus claros y obscuros. Quienes son o fuimos practicantes en alguna institución religiosa sabemos que no hay una homogeneidad en la mirada, en la forma de trabajar, ni en la forma de ver al otro. Estas diferencias que hay en cualquier grupo social, también existen en las iglesias; entonces debemos reconocer y entender críticamente que se trata de instituciones, no de una fe religiosa. No estamos hablando del vínculo que una persona pueda tener con lo trascendente. Estamos hablando de una cuestión bien terrenal que tiene que ver con instituciones sociales y políticas creadas por seres humanos y que, además, tienen una historia en el tiempo. No toda su historia tiene la forma ni la presencia que tienen hoy. Tuvieron otros roles, otra presencia y, muchas veces, roles muchísimo más graves. Por un lado hay que desarmar ese temor o esa resistencia y por otro lado, es cierto que la pertenencia a ciertos grupos religiosos en algunas instancias implica un nivel de sumisión tan grande que nunca se cuestiona lo que hace el ‘padrecito’. Esto lo digo porque lo he vivido con mi familia y con personas muy queridas. Pero es otro ser humano que tiene todas las posibilidades de meter la pata. Ojalá meta la pata y acepte las críticas en vez de cometer delitos, y encima no ser criticados, que es muy distinto. También en cuestiones de violencia sabemos que las personas con perfiles más complejos desde los psicopático tienen a su vez un nivel de inteligencia muy alto que les permite instalarse en instituciones y en lugares de poder para poder ejercer esas prácticas perversas con una legitimación social y un nivel de autoridad. Y esto pasa en todo tipo de instituciones, no solo en las religiosas y educativas.

-Estamos hablando del problema, no de los participantes. Todas las identidades de los involucrados deben ser protegidas.
Así es. Y creo que de las situaciones de violencia se puede salir con trabajo, con el acompañamiento adecuado. Los chicos son todos menores de edad. Por lo que sus nombres, sus historias, sus rostros, deben ser protegidos. Lo son aún cuando un adulto es el agresor y comete delitos aberrantes; hasta que haya una condena no se puede exponerlos. Insisto en que los chicos no son el problema, son el emergente. El problema que hay que trabajar está en otro lugar. No creo que el camino sean las prohibiciones o sanciones como se está trabajando en este momento, de prohibirles usar el teléfono celular, de ir al baño en la institución. Me parece que hay otro trabajo para hacer, y que la población adulta no está a la altura de dar respuesta a la demanda y la necesidad de los chicos.

-No tienen un protocolo para aplicar, están probando, improvisando, qué se hace en una situación como esta…
-De manera coercitiva, y eso es un error porque es imponerle a los chicos cosas que después los adultos no cumplimos. Otra cosa que me parece importante es desnaturalizar la idea de que la violencia solamente está presente en las clases bajas o sin formación, sin recursos económicos. La violencia está presente en todas las clases sociales y en todos los niveles de formación académica, y eso me parece muy importante de ser visibilizado.

-¿Es para destacar la actitud de las chicas de salir a protestar?
-Absolutamente, es un ejercicio de derechos que habla de su formación como seres humanos y como ciudadanas. Que es una práctica que muchas veces como adultos hablamos de democracia y ciudadanía pero no estamos acostumbrados a ejercerla. Entonces, que los jóvenes tengan esa decisión, y que sepan que hay derechos que pueden defender es un ejercicio de ciudadanía que para muchos de nosotros es un ejemplo.