Mujeres, jóvenes y trabajadores con bajo nivel educativo, que constituyen el grueso del empleo en sectores como el comercio minorista y la hostelería, fueron los más afectados.

Sábado 30 de enero de 2021 (Lourdes Pérez Navarro para Prensa Latina). Cuando la pandemia de la Covid-19 arrasa hoy en el orbe con más de 100 millones de contagiados, su impacto económico y social también se marca con números rojos.
En el Foro Económico Mundial de Davos, evento desarrollado esta semana de manera virtual, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, manifestó que la fragilidad define actualmente al mundo contemporáneo.
Aseguró que la recuperación inclusiva y sostenible de la pandemia dependerá de la disponibilidad universal de las vacunas y su eficacia, del apoyo fiscal y monetario inmediato, tanto en países desarrollados como en desarrollo, y de un estímulo económico transformador a largo plazo.
‘En un tiempo récord los científicos han producido pruebas rápidas, tratamientos y vacunas contra la Covid-19. Nuestro desafío ahora es realizar el mayor y más rápido despliegue de vacunas que el mundo haya visto jamás, que lleguen a todos, en todas partes’, explicó.
Sin embargo, los suministros de vacunas son escasos y su distribución desigual, señaló.
En su opinión vacunar solo en los países desarrollados no les protegerá si al mismo tiempo no se hace en el resto de las naciones, ya que dejar a poblaciones enteras expuestas al virus provocará que haya más probabilidades para que este pueda mutar y hacer que las vacunas sean ineficaces.
Por tanto, se necesita la solidaridad y la cooperación internacional, señaló.
Sus pronunciamientos encuentran basamento en el reciente Informe Económico Mundial: Situación y perspectivas de la ONU, el cual anuncia que el devastador impacto socioeconómico de la pandemia se dejará sentir en los próximos años, a menos que se adopten medidas inteligentes que garanticen la recuperación global.
El documento muestra que en 2020, tras la expansión de la crisis sanitaria por el orbe, la economía mundial se contrajo un 4,3 por ciento, dos veces y media más que durante la crisis financiera mundial de 2009.
Las economías desarrolladas —que se espera experimenten un crecimiento de la producción del cuatro por ciento en 2021— fueron las que más perdieron en 2020 (5,6 por ciento), debido a los cierres económicos y las oleadas posteriores de la Covid-19.
Por su parte, los países en desarrollo experimentaron una contracción menos severa (2,5 por ciento), con una recuperación esperada del 5,6 por ciento en 2021, según estimaciones de los expertos.
América Latina —añade el texto— se enfrenta a una ‘década perdida’ en términos de crecimiento económico y de desarrollo.
El informe proyecta una recuperación en la región del 3,8 por ciento este año y 2,6 por ciento en 2022, aunque los cálculos están plagados de incertidumbres sobre la evolución de la pandemia, el lanzamiento de vacunas y el impacto de las medidas de política económica.
La aparición del SARS-CoV-2, que se produjo en un momento en el que muchos países de América Latina y el Caribe ya enfrentaban graves dificultades económicas, sociales y políticas, expuso y exacerbó desigualdades estructurales profundamente arraigadas, por ejemplo, entre trabajadores formales e informales, y entre hombres y mujeres.
Millones de puestos de trabajo se perdieron, especialmente en el sector informal, donde la mayoría de las ocupaciones requieren cercanía física.
Mujeres, jóvenes y trabajadores con bajo nivel educativo, que constituyen el grueso del empleo en sectores como el comercio minorista y la hostelería, fueron los más afectados.
Por otra parte, en medio de la caída de la demanda de los consumidores, cierres comerciales temporales y una mayor incertidumbre, las empresas revertieron la inversión planificada.
Las estadísticas lo muestran: en 2020 la inversión cayó 13 por ciento, y eclipsó los registros de 2009.
Lo peor es que los expertos consideran poco probable una rápida recuperación en medio de incertidumbres significativas y persistentes.
La amenaza de otra década perdida, tanto en términos de crecimiento económico como de progreso del desarrollo, se cierne sobre América Latina y el Caribe, sentencia el informe de Naciones Unidas.